BCCCAP00000000000000000000946
176 bañado en sangre, y dile: ¡Oh, cuán dolorosa es nece– sario, Señor, que sea vuestra Pasión, puesto que os obliga a sudar sangre solamente la aprensión de ella! Y siendo tan dolorosa la aceptasteis por mi amor. ¡Oh, cuán obligado os estoy! Aprende del ejemplo de Cristo a sufrir todas las penas de espíritu, todas las sequedades, y desamparos del corazón. Mientras te dure la vida, te darán a beber cálices .de amargura, cálices de adversidades, maldicio– nes, humillaciones, enfermedades y tentaciones. Dis– ponte para ello, y ruega a Jesucristo que te dé gracia para llevarlo todo por su amor, y decir siempre a despecho de toda la repugnancia de tu corazón: Hágase, Señor, tu voluntad,· y no la mía (l). Este solo fué el refrigerio, que tuvo Jesucristo en todos sus afanes: él bastó para soportar con alegria la acerbidad de tantas penas; y esto debe también bastarte a ti. PUNTO II Pero la causa principal por la que sudó sangre el humanado Hijo de Dios, fué la vista y .representación de todos los pecados, que se habían cometido desde Adán hasta aquella hora, y que se habían de cometer hasta el fin del mundo. Representáronsele todos en su mente divina, no así en general y confusamente, como hacemos nosotros; sino bien distintamente uno por uno, en su número, en su especie, y con todas sus menores circunstancias, como si todos los pecadores hubiesen (r) Non mea voluntas, sed fila fiat·. (Luc., 22-4G'.)
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz