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175 MEDITACION II Sobre la agonía de Jesucristo en el huerto. PUNTO I Considera a Jesucristo de rodillas en el huerto, para hacer oración al Eterno Padre. Hállase allí todo en un punto como abandonado de la Divinidad, y privado de todo aliento. El contempla de una manera clarísima y minuciosa, todos los tormentos que le aparejan sus enemigos, cadenas, azotes, espinas, clavos, cruz, hiel, y gr'andfsimo número de ultrajes; por esto, dejado solo con las fuerzas de la naturaleza, lleno de tedios, temores, asombros, cae en una tan violenta agonía, que · suda sangre y en tanta copia, que saliendo fuera de la cabeza, de las espaldas, del pecho, y de todos los poros del cuerpo, viene de todas las partes a correr por tierra. Considera, alma mía, a tu Divino Salvador todo fundamento de la verdadera observancia es la humildad per– fecta,, y la caridad cristiana, base y compendio respectiva– mente de toda perfección. Ahora bien; la caridad predicada por Jesucristo, manda no juzgar temerariamente las acciones de nuestros prójimos, tni meterse en vidas ajenas, como en– sefia nuestro Autor con suma claridad en la 111áx1'.ma sobre cdendr.w a, ti mismo; y la humildad exige que 110 nos antepon– gamos ciega y orgullosamente a. los demás, dando a entender que somos la virtud personificada sólo porque tenemos la habilidad de darnos un barniz de perfección y observancia religiosa. Véase acerca de este último punto ló que dice nuestro Autor en la, Má:.:inr¡;i del día noveno sobre no ser de cel'o in-di'.screto.
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