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nuestro amor propio. Este es el verdadero obedecer de Religioso, a diferencia de aquella obediencia que dan a sus amos y dueños los esclavos, y aun las bestias. Por tanto, te examinarás lo primero, si deseas tener Supe· riores, no que sean buenos para mantener el espíritu religioso, sino más bien que sean a ti muy favorables ... Despreciando los otros, y no queriendo sujetarte a ellos ... Mientras no quieren éstos obedecerte, no te hacen a ti agravio injurioso, sino a Mí, dijo el Señor a Samuel, hablando de los israelitas (1). Si atiendes a hacer tu oficio más bien porque se conforma con tu genio, que por tener el mérito de la obediencia ... Si te haces violencia en superar y vencer las repugnancias que muchas veces se te ofrecen en la obediencia ... Si exteriormente das señales de obedecer con mala voluntad. Examínate lo segundo, si sabes compadecer al Supe– rior en sus defectos: Pues no es tal nuestro Pontífice que no se halle igualmente rodeado de miserias} nos dice el Apóstol (2) Aunque sea Superior, es hombre que tiene sus debilidades; y es una locura pretender que sea impecable. Si reconoces en el Supe• rior la persona de Dios... O bien le obedeces por otros humanos respetos... Si estás dispuesto a seguir la simple voluntad del Superior, luego que te es signifi– cada, sin esperar expreso mandato ... Si obedeces tanto a los Superiores mayores, como a los demás ... El verdadero obediente ejecuta con diligencia y (r) Non te abjecerunt, sed me. (I Reg., 8-7.) (2) Q1101ziam d iPsc circumdatus est infinnitate. (Hebr., :s-2.)
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