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ISO que no fuese reguladfsima por excelencia; pero además de esto, creció maravillosamente la dignidad y el precio de aquellas obras por ser animadas de aquella levantada perfección que procedía de su espíritu interior. Las acciones suyas exteriores, en cuanto naturales eran inferiores; pero Cristo las elevó enderezándolas a la gloria del Eterno Padre. Dale ahora una ojeada al Corazón de Jesucristo, y en él descubrirás el camino de tu perfección y santidad. En el porte de la vida religiosa, lo que mlra a lo exterior todo es común: Todos van igualmente al coro, tibios, relajados y fervorosos; todos igualmente ayunan, y hacen las disciplinas acostumbradas, y se emplean en las funciones de la observancia regular. Sin embargo, entre los unos y los otros hay gran diferencia; porque los unos son bien aceptos y los otros abominables a Dios. ¿Cuál es la causa? No otra, sino que sólo por el interior se distinguen los Religiosos delante del Señor. Resuelve, pues, aplicarte en adelante a hacer las acciones de la vida común por muy ordinarias, pequeñas e insignificantes que sean, con la más pura y levantada intención, practicando a menudo en el secreto de tu corazón actos de las más perfectas virtudes; de caridad, humildad, resignación, confianza, etc. Esto se puede hacer en todo Jugar, en todo tiempo, hasta cuando no se hace cosa alguna. . PUNTO II Las intenciones de Jesucristo fueron en su obrar todas purísimas, porque fueron sólo para la gloria de Dios. Fueron universales porque se extendieron a todo;
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