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15 los ejercic'ios para adqiiirir la h.umildad, ¿qué virtud podrá como ésta poner el a.7ma en grande f,az? Basta ser humilde {,ara no ser inquietado más co?t es– crúpulos, y el dicho de Cristo es la f,rueba: "apren– ded de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis el reposo para vuestras almas", (San Ma– teo, 11, 22). Los escrupulosos tienen tres defectos: 1. 0 Hacen {,oca oración ,y ejercitan muy poco los a{ectos de la voluntad, ,f,ues no f,1ensan más que en discurrir sobre el objeto de sus escrúpulos. Es, pues, necesario que rompan con este mal hábito y se ha– gan fuerza a lo menos p,or d'iez días ,p,ara hacer Ta oración como deiben, ya que en la hora de la muerte no valdrá decir al eterno juez: Señor, compasión, si no he orado, pues padecía escrúpulos. 2. 0 Les {>lacen la.s opiniones anchas y fácilmente las abrazan y las ponen por obra: porque directore,s ,f,cit:;o discretos se las Jian enseñado y aún impuesto, y porque en el7as encuentra.,;,, algún aliv1~0. Deben, pues, hacer ejercicios para examinar estas opiniones y guardarse de contraer un maJ hábito con el mal uso. Ciertas opiniones anch,as ,pueden ser buenas en trances apurados, que son excepcionales. 3. 0 Se entregan frecuentemente a una gran ti– bieza, liaciendo los actos religiosos más ,por cos– tumbre y Je cualquier manera que con sentimiento de Dios; neces,itan, pues, los ejercidos para ser fervientes. Si bien lo miramos no hay estado que

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