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149 El voto de obediencia no_s obliga a hacer todo aque}lo que el Superior nos manda; pero el amor de la obe·• diencia no nos deja querer sino aquello que quiere e Superior; nos da una generosa prontitud para ejecutar al instante el mandato; una buena voluntad de obedecer gustoso; una virtuosa indiferencia para obedecer en todo y a todos, cualquiera que sea el Superior, viejo o mozo, docto o ignorante, civil o rústico, de genio irascible o manso; y obedecer con un espíritu ciego, sin discurrir ni disputar sobre el mandato. Este amor de los votos es muy necesario para llegar a aquella perfección, a la cual estamos obligados; por– que el amor de la pobreza, castidad y obediencia, enciende el deseo de conseguir estas virtudes, el deseo hace que el alma se aplique con eficaz diligencia a todos los medios convenientes, y con el uso de los medios, se llega a poseer aquello que se ama y desea; pero faltando el amor, falta el deseo, y falta todo lo demás. MEDITACION II Sobre la vida de J esucristh. PUNTO i Las obras externas de Jesucristo fueron todas per– fectas, y por esto se escribió de El: Que hizo bien todas las cosas (1). Examínense todas desde la más · pequeña a la más grande, y no podrá hallarse una sola (r) Bene 011Niia fecit. (Marc., 7-37.)
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