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I4 vida claustral y común. Tenían más. fervor reli-c g1'oso para animar sus acciones con el pensamiento de Dios. Y si ellos mirando las flaquezas de la natu– raleza que fácilmente decae y a las inclinaciones desordenadas de la carne que deprime al alma procuraban apartarse por tiempo ele toda ocupación exterior para atender únicamente a sf mismos, cuánto más ha de valer esta razón én nosotros que ni. somos santos, ni tenemos por qué compararnos con ellos. Hay directores que no creen útil hacer los ejer– cicios es;{,irituales las almas escru;{,ulosas; como si éstos añadieran ocupación a quien ya está ocupado con exceso, y se atormente quien ya se halla muy afligido. Pero estos tan com;{,asivos con los escrupu– losos me han Je perm1'tir decirles que los ejercicios espirituales les ayudan o alivian bastant; según yo pienso, y aun quizá les son bastante más necesarios que a algunos de conciencia tranquila (1), Están lo.s escrupulo·sos envueltos en o.scurid 1 ades tene– brosas en la materia de sus escrúpulos, y ¿qué cosa más propia para iluminar la mente que la medita– ción de aquellas eternas verdades que se proponen en los ejercicios? Los escrupulosos están turbados por sus ansiedades; pero sirviendo en gran manera (r) Nonnulli medici reperiuntur qui insipienter tamquatú primum medium curre, ::egmtos nostros jubent quemlibet actum religiosum omittere. A. Gemellii De Scrupulis, c. XI. Es decir, que son unos aturdidos los médicos que prohiben las prácticas piadosas a los escrupulosos.-N. E.

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