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135 hubiere de haber largos y frecuentes discursos, debe procederse con cautela, por el peligro de traicionar, o la verdad, adulando alguna pasión, o la caridad, con manifestar los defectos de otros. Al hablar con núes– .tros iguales, mezclemos la dulzura con la modestia. Ciertos aires o de excesiva gravedad en la actitud como quien lanza sentencias, o de mucha ligereza en no saber decir si no es cosas ociosas y ridículas, son dos extremos, que en un Religioso desdicen. Con cual– quiera que sea, procura discretamente dar a conocer que no eres, ni ·de aquellos que dicen mal, ni de los que lo oyen de buena gana; ni de aquellos que refieren los dichos y liechos de los otros, ni de los que gustan de oírlos. Así es cómo se goza, y se deja gozar la paz. MEDITACIÓN IV. - Repetición de las tres ante– riores. EXAMEN PRACTICO En que se continúa sobre el voto de castidad. Ciertos pecados, bien que de su naturaleza sean graves, pueden por la parvedad de la materia resultar veniales, mas los pecados de lujuria son mortales a no ser que falte, o la advertencia, o el consentimiento; y este pecado mortal siempre envuelve sacrilegio por razón del voto. Examínate lo primero en tu mente, si pones diligencia en advertir y desechar los pensamien• tos deslionestos, y resistir desde el principio de la ten-
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