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131 disponerte a observarlo, ruega a Jesucristo, que ya que te ha dado ejemplo de ella, te conceda también un perfecto desapego de todas las cosas del mundo. Confúndete, que en tantos años de Religión, no hayas llegado a tolerar la falta de las cosas temporales, no diré con alegría, pero ni aÍJn con paciencia. Pídele perdón a Dios, y a ejemplo de Jesucristo procura apartar de ti todas las inquietudes e impaciencias, con las cuales hasta ahora has querido vivir monstruosa– mente pobre, de manera que no te falte cosa alguna y aun buscando ciertas delicadezas y comodidades, que acaso no habrías podido tener en el siglo. Mírate en el espejo de aquel Niño Divino de Belén, así como Jo hacía nuestro Seráfico Padre; y aprende de su desnudez a amar la pobreza, a despreciar el fauso del mundo, a soportar las incomodidades, y a limpiar tu corazón de todo terreno afecto. ¡Oh Rey Soberano de los pobres!, que de intento viniste del cielo a la tierra, para enseñarme con el ejemplo la santa pobreza, hacedme digno de imitarla. Pm,To II Considera la Madre de la cual Jesucristo quiso nacer, y tuvo, juntamente con la cualidad de Madre, la prerrogativa de Virgen: Virgen más pura antes del parto, en el parto y después del parto, que son puros los serafines del cielo. Cristo se sujetó a todas las miserias y debilidades de nuestra vida¡ mas no quiso, con todo, sujetarse a esta de estar nueve meses en un seno, que no fuese purísimo, para demostrarnos cuánto
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