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· defenderte, en caso de que te fuere impu~sta alguna grave calumnia; querer antes sufrir toda pena, que decir una sola mentira, etc. PUNTO 11 Pondera lo segundo, algunas circunstancias de la Encarnación, y para este fin entra con el espíritu en la pequeña casa de Nazareth. Allí no hallarás otra cosa que sentimientos de la más profunda humildad. El Arcángel san Gabriel, uno de los primeros espíritus que asisten al Trono eterno de Dios, se humilla a los pies de la Virgen María, destinada ·para Madre del Verbo, y por esto Reina de cielo y tierra, se abate profundamente en calidad de sierva. El Verbo, Hijo natural de Dios, toma la naturaleza de e;clavo, y se anonada delante del Eterno Padre, de la manera más perfecta que pudo imaginarse. ¿Qué dices, alma mía, viendo personas excelentes en tanto extremo, humillarse delante de Dios, en el mismo tiempo que de Dios son tan honradas? De aquí aprende, que cuanto más grandes son las gracias que te hace el Señor, tanto más grande tiene que ser tu humildad; ni con otra cosa que con la humildad ·debes corresponder a los beneficios divinos. Humillate, pues, y para ejercitarte en esto, procura penetrar los sentimientos de humildad que animaban a todos, singularmente a Jesucristo en el instante que encarnó en las entrañas de Maria Virgen. En aquel punto se apocó hasta lo sumo; y con un acto gloriosí– simo a Dios, comenzó a reparar la ofensa, que la sober• bia de los hombres había hecho a la Divina Majestad.

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