BCCCAP00000000000000000000946
120 Vos, humilde y manso de corazón, pobre y despegado como Vos; y con todo eso, ¡ay de mí!, soy bien al revés, vano, soberbio, impaciente, con un apego excesivo a mi propia voluntad y a los placeres, aun más peligrosos de esta vida. Me parece, Señor, que verdaderamente creo todo aquello que me enseñasteis; pero no obro conforme a esas mismas enseñanzas imitando vuestro ejemplo ¿Y de qué me servirá creer vuestra doctrina, sin seguir el ejemplo de vuestra vida? Por io mismo que he recibido el don de la fe, es mayor la malicia mía y esta fe que había de salvarme, si no mudo mi vida, será el argumento más grande que justificará mi con– denación eterna. Quiero, pues, de hecho, imitaros, y en adelante procuraré en todo conformarme con Vos. Viva Jesús en mi mente. Viva Jesús en mi corazón. Viva Jesús en mi mismo cuerpo. Viva Jesús en todo mi ser. PUNTO 11 Toda la perfección a que, como Religloso, estás obli– gado a aspirar, se resuelve en amar a Jesucristo con todas tus fuerzas; pero ¿cómo podrás lisonjearte de que le amas, si no quieres aplicarte a imitarle? Es necesario te persuadas de que esta imitación es abso– lutamente indispensable; y para aplicarte a ella, figú • rate que el Eterno Padre te dice lo que en otro tiempo a Moisés: Mira, y haz según el modelo que en el monte se te ha mostrado (1) O lo que es igual: Mira, Religioso, a mi Hijo como tu modelo, y procura imi- (1) Inspice, et fac secimdum ezemiplar, quod tibi in monte monstratum est. (Exod., 25-40.)
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz