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12 se apartaba con frecuencia del público ,Y de sus discípulos y oraba (1). Y N. SI. P. San F1•ancisco s.e retiraba cuaresmas enteras, exhortando a sus reli– giosos a estos retiros. enlugares. Jlamados· oratorios.. Así Jo hicieron todos sus primeros J;scfpulos, y luego san Antonio de Padua, san Buenaventura, san Bernardino ele Sena, san Pedro de Alcántara y tantos otros, excelentes en doctrina y santidad. No es, pues, ninguna n.ovedad. Los· romanos pontfpees Inocencia XI y XII, y el papa Cle.mente XI los recomendaron a los religiosos y con indulgenci'a plenaria como medio eficacísimo de perfección, para re/armar ]os institutos regulares y mantenerlos en la obs,ervancia. Nuestras institu– ciones ordenan y en forma apremiante que todos los hagan una vez al aífo. Y si bien es verdad que en la vida capuchina se hacen los ejercicios espiritua}es casi todo el año, con d.os horas diarias de oración y otras prácticas, todavía nos son convenientísimos los Ejercicios. Porque cuanto una religión es rná,'J austera, tanto. niás necesario es 'en eJla el fervor pq.ra vencer la 1·epugnancia de la. naturaleza a }a c,ual le cue.sta ajustarse a la vida religiosa. Sie"nclo, pites, la religión capucliina no poco .austera y no pudiendo menos de· disminuirse el fervor l,enta– mente con las distracciones ele la vida activa en (1) Secedebat in desertum et orabat. (S. Luc., 5, 12).
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