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II7 Aunque yo hubiera merecido el infierno más que · todos los demonios, con todo esto haría agravio a la misericordia de Dios desmayando, según es la idea que he concebido de su infinita bondad. Yo no debo resentirme de que algunos no me esti– men, o· de que me traten mal: tienen razón, en esto convienen con Dios y con los ángeles; uno que se ha hecho reo del infierno, sabe que merece ser menospre– ciado y cree que se le hace justicia con esto. Acaso me sugiera el demonio que yo soy del número de los réprobos: pero yo quiero oponerme a la tenta– ción diciendo: que sea cualquiera el decreto de Dios sobre mí, adoro profundamente su santísima voluntad, la: cual todo lo dispone siempre a su mayor honra y gloria: Aunque fuese réprobo, aunque haya de ser condenado al infierno, no pudiéndoos amar, Dios mío, cuando se está en aquel lugar de eterna desespera– ción, quiero a lo menos poner ahora toda la eficacia y diligencia posible en amaros cuanto alcanzaren mis fuerzas, porque sois amabilfsimo sobre todas las cosas (1). Vos sois el Dios de la misericordia y de la justicia. ¡Oh Sefíor mío Jesucristo!, ¡qué grande misericordia usáis ahora conmigo, para no tener que ejercitar con– tra mí la Justicia! Oh, sí, amantísimo Salvador, ya que Vos deseáis ser mi Padre amoroso, para no ser después mi Juez inflexible, desde este momento os acepto y (1) Siendo el demonio quien lo dice, el modo más directo para rechazarlo, y también el más eficaz y ortodoxo, es el de ejercitar los actos de fe, esperanza y caridad, que produzcan la más viva co111fianza de conseguir la vida eterna. - N. E.

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