BCCCAP00000000000000000000946
109 y qué ayudas no tuviste? Y con todo ¡hallarte conde• nado! Tu misma conciencia te dirá siempre por toda una eternidad: Tú debías y podías ser eternamente dichoso, estabas bien encaminado y por el camino del Paraíso has querido venir al infierno. Con toda como• didad podías salvarte; bastaba mortificar aquella tu dominante pasión; bastaba dar oídos a tus superiores, imitar a tantos y tan buenos Religiosos, que te prece– dieron con su buen ejemplo; y tú, mártir ael demonio por tantos años, has preferido trabajar para condenarte. Si esto llega a suceder, como es bastante probable siguiendo en esa vida tibia, te insultarán siempre los demonios, diciendo: ¿De qué te ha servido dejar el mundo? ¿En qué te ha ayudado la austeridad capuchi– na? ¿De qué te sirvió recibir tantas veces el Cuerpo de Cristo? La meditación de estas cosas me estremece; ¿qué será, Dios mío, si hubiese en realidad de sufrirlas? Imprimid, Señor, en mi corazón un profundo temor de este infierno, Este temor ha mudado tan grandes pecadores en grandes santos. ¡Sea en mí tan eficaz, que cambie también mi vida! Sí, sí. Quiero mudarla, ama– bilísimo Jesús mío, y os pido vuestra ayuda, por los méritos de. vuestra preciosísima Sangre, de aquella Sangre que derramasteis, por librarme de la eternidad del infierno,
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz