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106 cosa alguna, que no quisieras viniese a la noticia de todos; antes bien vivir de tal modo, que todas tus accio• nes sean motivo de alabanza. Serán tales, si se confor• maren con la vida de Jesucristo y de sus santos. ¡Gran gloria para ti, si has vivido como buen Religioso! ¡Fea ignominia, si has vivido en la religión sin religiosidad! No tendrás excusa que pueda justificarte, pues se te dirá: ¿Por qué causa no has podido tú lo que han podi– do tantos otros en esa misma Religión? PUNTO II En aquella general congregación estarán los escoJi • dos a. la diestra del Juez, y a la siniestra los réprobos. ¡Oh Dios! ¿Cuál de estos dos lugares me tocará? Sé, que ahora vivo en la Religión en compañía de muchas almas escogidas; pero ¿seré yo colocado también con ellos en el día del juicio? Si me tocase la mala suerte de los condenados: ¡qué confusión para mí al ver mu– chísimos seglares a la diestra; y yo, Religioso Ca• puchino, a la izquierda! Pronunciará despues el Juez la sentencia final, y dirá a los escogidos: Venid, benditos, a poseer el Reino que os he preparado. Después, dirigiéndose a los répro• bos, añadirá: Apartaos de Mí, malditos, e id al fuego eterno. Pondera aquí una y otra sentencia, y que abriéndose el Cielo, van los escogidos en maravillosa procesión a la Gloria, cantando alabanzas al Altísimo, bendiciendo los trabajos, sufrimientos, humillaciones, abnegación de voluntad y penitencias, con las cuales se hicieron

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