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103 ruego que mantengáis con virtuosas costumbres el decoro de vuestro estado, y que os portéis de tal modo que vuestra vida sea toda conforme a vuestra dignidad (1). Ver, pues, lo que quiere decir, portarse como Religioso. Que pienses como Religioso, que hables como Religioso, que obres como Religioso, y que en todo lugar, ya en público, ya en privado, procedas de tal modo, que sea propio de una persona, la cual llamada del siglo a la Religión, se obligó a una santidad elevada con la profesión de los votos. Estamos los Religiosos como en un teatro hechos espectáculo a la tierra y al cielo, y de los teatros, po" demos aprender la norma de toda nuestra conducta: allí cada uno procura desempeñar bien su papel, y aquel lo hace más bien que mejor habla y obra con– forme a la cualidad de la persona que representa. Uno, que sale vestido de príncipe, está muy atento a hacer y hablar como conviene a un príncipe; y uno que haya de representar el papel de gracioso, estudia todos los artificios de las payasadas a fin de cumplir y ajustarse al papel que le corresponde. Y no consiste el honor del cómico en representar un personaje, más que otro; sino en hacer muy al natural y al vivo aquello que requiere la persona que representa. Ahora, pues, ¿qué personaje representamos nosotros Religiosos?, ¿nosotros Ca– puchinos? Ciertamente no otro, que el de un san Francisco, perfecto imitador de Jesucristo; que por esto profesamos su Regla, vestimos su hábito, y- de él (r) Obs,ecro vos, ut digne ambuletiJ! vocatiot,e, qua vocati estis. (Ephes., 4-r.)
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