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38 143 Fe, esperanza y caridad, tres virtudes distintas y una sola vida cristiana verdadera. Cada una reclama a las otras dos y si es auténtica, no puede darse sin ellas. 144 Si me preguntas a quiénes admiro más, te respondería sin titubeos, a los santos. 145 Si a todos los hombres sin excepción no los reconoces y tratas como hermanos, el llamar a Dios «Padre nuestro» en tus labios no puede sonar sino a burla. 146 Ser profeta, profeta de verdad, es una vocación tan heroica como sublime. Y lo terrible del profeta es que no son los incrédulos y los impíos los que le dan muerte, sino los creyentes y los piadosos, lo mismo en tiempo de Jeremías, que en tiempo de Jesucristo, que en nuestros días. 147 La esperanza es también un distintivo cristiano. Decimos: Vamos, caminamos hacia la casa del Padre y es verdad. Para el cristiano que así lo vive, la existencia se tiñe del color azul del cielo.