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La voluntad de Dios. La disponibilidad para cumplir lavoluntad de Dios, tal como va manifestándose, y la confianza en las personas que el Señor pone a su lado deben constituir la actitud fundamental de quien considera en su interior que es llamado. Tal actitud es la base para poder discernir bien. Las aptitudes vocacionales. Son el conjunto de cualidades y capaci– dades que la persona ha de poseer para vivir su vocación. El discer– nimiento debe descubrir y garantizar la autenticidad y validez de las aptitudes físicas, psíquicas, intelectuales, religiosas y cristianas pre– sentes, o al menos alcanzables a lo largo de la formación. Una actitud primaria y fundamental para nuestros candidatos es la idoneidad y la propensión a la convivencia fraterna. Además, deben comprobarse inicialmente, al menos en los candidatos de una cierta edad, las capacidades de su autonomía económica, para evitar que ésta tenga un peso específico en la opción. Las motivaciones vocacionales. Son las líneas de fuerza que ayudan a buscar, discernir, elegir y perseverar en ellas. Deben ser auténticas, válidas y verificadas atentamente. Los valores vocacionales. Son los elementos cualitativos sobre los cuales la persona llamada deberá desarrollar todo su itinerario voca– cional, asumiéndolos de un modo cada vez más consciente a nivel reflexivo y práctico durante la búsqueda de su vocación. Los signos vocacionales. Son las expresiones visibles que permiten intuir la voluntad de Dios y la autenticidad de la llamada. Deben ser claramente individualizados, positivamente valorados y prudente– mente interpretados según las indicaciones y las directrices de la Iglesia y de la Orden. Entre los signos, a modo de ejemplo, deben aparecer los siguientes: el comportamiento cotidiano del llamado; la generosidad o prontitud en los servicios requeridos; el compromiso en el trabajo y en el estudio; la sensibilidad espiritual, es decir, la apertura a valores como la oración, los sacramentos, la obediencia, el celibato por el Reino; el sentido de fraternidad, la humildad y la simplicidad; el equilibrio y la armonía consigo mismo y con los demás, aunque reconociendo la presencia ineliminable de límites y de defectos; la atención hacia los valores de la justicia, la paz y la ecología, etc. 52. Contraindicaciones. Son todas aquellas expresiones, signos, motiva– ciones y aptitudes que ponen en duda o descartan la autenticidad de una llamada. Por otro lado, la ausencia de contraindicaciones no 39

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