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38 CAPÍTULO í aquél en que manda andar descalzos, no manejar dinero, pe– dir la limosna de puerta en puerta ... Si quisiéramos, pues, dar una definición precisa de la Regla Franciscana, diríamos que es una verdadera crucifi– xión a sí mismo 1J al mundo. Con exactitud podía decir Dante, exaltando al Seráfico Padre, que en la estigmatización de su carne el Santo había recibido del mismo Cristo la postrera sigilación en su vida y en su Regla (2). · 68 Pero un ideal tan elevado se presta con facilidad a ser torcidamente entendido y hasta desfigurado, como lo puede ser también el Evangelio. Pues bien, para alejar de sí y de sus frailes este peligro, S. Francisco halla una garantía en la su– misión total de toda la Orden y de cada uno de sus miem– bros al R. Pontífice y a la Iglesia Romana. Los frailes encon– trarán allanado el camino, sí se ponen completamente en las manos de sus Superiores. Con esta seguridad, el Legislador puede ceñirse a su mi– sión: enseñar al fraile menor cómo se conquista la perfec– ción evangélica. Y así de capitulo en capítulo, gradualmente, le enseña a subir al monte de la ascesis evangélico-francis– cana. Dividiremos el capítulo en cinco partes: 1) La naturaleza de la vfda del fraile menor, o sea, qu.é perfección debe esforzarse por alcanzar el fra.íle menor. 2) La observancia de los consejos evangélicos. 3) La obediencia al Romano Pontífice. 4) La obediencia a la Iglesia Romana. 5) La obediencia al Ministro General. PRIMERA PARTE la naturaleza la vida del fraile menor 69 Está compendiada en las primeras palabras: ,:La regla y vida de los frailes menores es ésta, conviene a saber, guardar el Santo Evangelio». La expresión es intencionadamente imprecisa, porque el Seo. Padre ha querido.dejar a la generosidad del fraile el ca– mino libre para volar a su gusto en el cielo inmenso de la perfección evangélica. A lo largo de los capítulos de la Regla (2) Paraíso, canto XI.
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