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OR1GE:N DE LA REGLA FRANCISCANA ii A fin de poder entrevistarse con todos los fr~iles y po– der darles una dirección uniforme en lo posible, Francisco había ordenado, ya desde 1211, que dos veces al año, en Pentecostés y por la fiesta de S. Miguel Arcángel, se reunie– sen todos en Capítulo General en Santa María de los Ange– les. En estos Capítulos se discutían los modos más adecua– dos de llevar a la práctica el Evangelio y el Santo aprove– chaba aquella ocasión para dictar las llamadas admonitio– nes, que venían a sumarse a la regla primitiva (26). Los Capítulos, .ª los cuales acudían todos los que tenían posibi– lidad de hacerlo, contribuyeron notablemente a dar a la na– ciente Ordeh una organización fija. 17 Pero con el crecimiento del número de los amantes de dama Pobreza y su dispersión a partir del Capitulo de 1217 por diversas partes del mundo, comenzaron a sentirse nuevas necesidades. Es. evidente que una multitud de millares de personas, tan heterogéneas, no podía set gobernada como el grupo primitivo. En vista de ello Francisco pensó en redactar una Regla más detallada, con el consejo de personas doctas e ilustradas. Las personas doctas de la Orden, reconociendo la insuficiencia de aquella organización, exhortar.on al Santo a que se inspirara en alguna de las antiguas reglas. El mismo Cardenal Hugolino participaba de estas ideas y acaso en el Capítulo de 1219 trató de persuadir a S. Francisco a que adoptase algunas de las mencionadas reglas. Pero el Santo, tomando de la mano al Prelado, lo llevó a presencia de los frailes y le dijo: «Hermanos míos, hermanos míos, el Se– ñor me ha llamado por el camino de la símplícídad 1J de la humildad. El es quien me ha ·revelado esta forma de vida, como la auténtica para mí y para todos aquellos que quieran seguirme e imitarme. No me habléis, pues, de la Regla de S. Benito, de S. Agustín o de S. Bernardo, ni de ninguna otra forma de vida que no sea la que el Señor milagrosamente me ha revelado» (27). Nadie se atrevió a contradecirle y el mismo Cardenal cedió, conmovido por las palabras del Santo. Pero S. Francisco sólo puso mano a la redacción de la Regla cuando supo, a su vuelta de Oriente, los desórdenes que había en el s.eno de la Orden. L_os dos Vicarios Genera– les, Mateo de Narni y Gregorio de Nápoles, habían estable– cido largos ayunos y abstinencia perpetua. El Provincial de (26) Legenda dei tre compagni, Miscellanea F,ranc,, vol. 7, p. 81. (117'.) Speculum perfectíonís, c. 68.

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