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319 CAPITULO OCTAVO De la ele.cción del Ministro General de esta fra– ternidad y del Capítulo de Pentecostés INTRODUCCION Y SUMARIO 540 Siendo la Religión una verdadera sociedad, exige ne· ces.ariamente la uníó11, de los individuos, que coordinen sus esfuerzos para la consecución de un fin. El vinculo que une a los individuos y coordina sus fuerzas es la autoridad. Por eso el Seo. Padre, después de haber determinado el fin que debe proponerse la nueva. sociedad-la perfección evangélica-y de haber hablado de las virtudes que deben adornar a cada religioso, en este capitulo nos habla de la autoridad, que ha de conducirlo todo al fin prefijado·. Mientras antes del franciscanismo las fuerzas de las Or– denes religiosas estaban bastante dispersas, por la autono. mía de los monasterios, S. Francisco quiso la máxima ·uní~ dad entre todos los conventos, bajo la autoridad del Mínis. tro General, que dirigiera todas las actividades de la Orden. He aquí, pues, cómo nos presenta la Regla la visión de la organización de toda la Orden Franciscana. En el vértice, el M. General, que posee, y del cual se deriva, toda la auto– ridad: todos los frailes están obligados a obedecerle. Vienen luego los Ministros Provinciales, con la potestad de gober– nar una Provincia religiosa. Después los Custodios, cuando se trata de un territorio aún no bien organizado. En la Re– gla no aparecen los guardianes, acaso porque entonces no estaba todavía .bien determinada su posición jurídica, por no tener los frailes permanencia estable en los conventos. De esta forma imposta S. Francisco la organización de la Orden sobre un régimen puramente monárquico. Pero muy pronto, en el capítulo general de 1239, se es~ tudió el medio de moderar la autoridad del M. General, po~ niendo a su lado Consejeros o Definidores, con el deber y el derecho de ayudarlo en el gobierno de la Orden. Lo propio se hizo con los Provinciales. Además ya desde un principio se venia dando gran auto~ rídad a los Capítulos generales y provinciales; en ellos se to~ rnaban las decisiones más importantes para la vida de lá Or~ den y de cada Provincia. Con estos elementos democráticos se suavizó el primitivo monarquismo y se creó un régimen sui generís.
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