BCCCAP00000000000000000000940

186 éAPITULO JI, PRECEPTO V manera preciosos y vistosos que denoten curiosidad o vani, dad, pero tampoco sean tan vile·s y bastos que muevan a desprecio o provoquen la risa de quienes los ven. 2) Naturaleza de la obligación de este precepto. 317 También este es un precepto equipolente, tenido co– múnmente como grave. La gravedad se debe colegir de la mayor o menor precio– sidad, de lo elevado del precio y también del escándalo o de la admiración de los seglares. Siguiendo las normas de ]os citados Pontífices, no po, demos menos de considerar reos de pecado mortal a los que usan vestidos de seda o de otros géneros preciosos o raros usados solamente. por personas ricas y distinguidas. Y esto vale también en aquellos lugares donde está permitido vestir de seglares; ni vale alegar en este caso que así visten los otros eclesiásticos, pues es muy diversa de la suya nuestra profesión, la cual es de altísima pobreza. Para concluir este precepto, recordamos al fraile menor que debe acomodar su vestido al género de vida que ha pro, metido al Señor. Qué contraste existiría entre nuestras po, bres y humildes casas y un religioso capuchino vestido rica, mente y con exquisito refinamiento. ¡Qué escándalo para los seglares, los cuales en su presencia podrán acaso alabarlo– alabanza que frecuentemente sabe a adulación, si no a hipo, cresía-pero después, luego de haberlo despreciado interior, mente, lo expondrán fácilmente al desprecio de los demás! Recuérdese frecuentemente la palabra de nuestro Señor: «Qui mollíbus vestiuntur, ín domíbus regum sunt» (18). LIBERTAD Los frailes puedan remendar sus hábitos. « Y puedan remendarlos de sacos y de otros re- · nziendos con la bendición de Dios». 318 Es esta una libertad que el Seráfico Padre ha dejado al fraile menor, haciendo un cálido llamamiento a su amor por la pobreza, humildad y austeridad. Evidentemente, el espíritu de la anterior perícopa es el de remendar los hábitos para hacerlos más despreciables a (18) MAT., 11, 8; LUC., 7, 25.