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Con la atención puesta en ese día empezaron a lle– gar anticipadamente algunas personas de mayor relieve garabandalista. Por ejemplo, el P. Ramón Mª Andreu. Hizo el viaje en compañía de un ingeniero alemán domiciliado hacía tiempo en España: D. Máximo Foeschier Entenmann, que no era católico, aunque sí protestante ejemplar. Antes de llegar a Garabandal procedentes de la meseta, en el puerto de Piedras Luengas tuvieron un grave accidente de automóvil, del que salió el Padre con un tobillo roto. Aquella noche, en la casa del pueblo donde encon– traron hospedaje, el P. Ramón se puso muy maL con mareos, sudores fríos, fuerte inflamación e inaguanta– bles dolores en el .tobillo izquierdo: no podía sopor– tar sobre él ni el leve peso de una sábana. Las horas de la noche parecían inmensas... Pero a eso de las 3,30 de la madrugada, desde la habitación del paciente empezó a oírse un extraño ruido en la calle: y poco después se presentó ante él Jacinta en éxtasis. que le da a besar el crucifijo y le dice unas palabras.:. En el mismo momento en que el Padre besaba el pequeño crucifijo que le tendía la niña, sintió él que le desaparecían por completo sus dolores. Pero el Padre se cuidó muy bien de no hacer manifestación alguna delante de la gente que acompañaba a Jacinta. ¿Por qué? Por temor de que todo fuera efecto de la tre- 94

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