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Para comprender el asombro de la vidente, habría que explicar lo que en el Garabandal de entonces creían y sentían, chicos y grandes, a propósito de los sacerdo– tes, y no digamos nada de los obispos... Al día siguiente, Conchita salió en éxtasis de su casa a las 12, 10; dio unas vueltas por el pueblo y junto a la puerta de la iglesia el mismo D. Va.lentín le oyó este desahogo: "¡Ah! Yo creía que todos los jesuitas eran buenos". Juzgaba a todos por los que tan reciente– mente había tratado: los hermanos Andreu. Bien podemos pensar que la Virgen, al contestar con la verdad (y no poco apesadumbrada) a las pre– guntas de las. niñas, quería prevenirlas ante desagrada– bles experiencias que pron,to iban a. tener.. ., y prepararlas -¿sólo a ellas?- para una gran prueba, la de la crisis del sacerdocio que no tardaría mucho en estallar, con grave detrimento de todo el pueblo cris– tiano. Por esos días ya era bastante raro que tuvieran éxtasis las cuatro niñas a la vez: pero había siempre una extraña vinculación entre todas ellas. entre las que entraban en trance y las que quedaban fuera. Asi por ejemplo, en varios éxtasis de Loli y Jacinta. D. Valentín se sirvió de Conchita -que estaba pre– sente, en estado normal~ para hacerles preguntas. Pero anota el Sr. Cura: "Si Conchita les preguntaba de viva voz, no se enteraban las del éxtasis; tenía que hacer las preguntas con la mente, y entonces sí contes- 75
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