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-¡Huy; qué voz! No conozco esa voz (las ninas estaban acostumbradas sólo a la voz de la Virgen, o del Angel) ... Dinos quién eres•.. ¡Ah! ¡Eres Andreu!... Sí, es tu voz; pero ahora es más fina ... Queremos verte. ¿Por qué no te vemos?... Dinos, ¿qué viste en los Pinos cuando dijiste "Milagro, Milagro, Milagro, Mila– gro''?... ¡Ah! ¿Es la rama del árbol de enmedio?... Iré a verlo, y cogeré una corteza... -"¡Qué contento estarás ahora!... Ya sabemos las últimas palabras que dijiste, que era el día más feliz de tu vida ... (y se produjo un largo silencio, durante el cual ellas escuchaban con mucha atención)... El diálogo fue largo ... , y al P. Royo Marín le pare– ció una "verdadera maravilla" ( 17). Durante él las videntes, siempre en éxtasis, "cayeron" y se levantaron tres veces; y concluyeron todo con el rezo de una esta– ción a Jesús Sacramentado. Vino al úía siguiente algo no menos llamativo, y sin duda más impresionante. Conchita lo dejó apuntado en su Diario: "A la misma hora del día anterior (es decir , al oscurecer), se nos apareció la Virgen a las cuatro y estuvo unos minu– tos muy sonriente..., y no nos dijo nada. Y a los pocos minutos, se nos hizo de noche (18), y nos llamaba una (17) El P. Royo Marín era un dominico hicri conocido en España por sus predicaciones, y quizá aún más por sus escritos dt: Teología y vida espiritual. ( 18) Tóngasc en cuenta que para las niñas en éxtasi~ sicmpn: era "de día", porque las envolvía una maravillosa claridad; por eso las impresionó fuertemente aquel repentino "hacerse de noche". 67
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