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"Y esa noche -escribe Conchita- jugamos a "los tíos" con la Virgen: nos escondíamos dos de nosotras, y las otras nos encontraban". Esto necesita de ciertas explicaciones, que pueden verse en mi libro "Se fue con prisas a la Montaña", cap. IX, páginas 171-172. No cabe duda: las noches de aquel estío en Gara– bandal fueron de verdad interesantes, rigurosamente "insólitas". Apenas se dormía; y muchos, especial– mente los forasteros, que no tenían sobre sí la presión de quehaceres ineludibles, aprovechaban Juego cual– quier tiempo del día, sobre todo la hora de la siesta, para ir reduciendo la cantidad de sueño acumulado ... La larga vela de la noche se pasaba casl sin darse cuenta, bien en animadas tertulias a la espera de las apari– ciones, bien, al producirse éstas, tomando parte emo– cionada y <levo.ta en los rezos y cantos de las niñas, bien comentando después por grupos los muchos por– menores de los "trances" y "marchas" que se habían presenciado. Quienes. tuvieron la suerte de vivir aquellas "velas" nocturnas, las recordarán siempre como las más sabro– sas e inolvidables de su vida. En comunicación con al Más Allá No sé si alguna vez se habrá establecido entre el Cielo y la tierra una corriente de comunicación tan conti– nua, tan llamativa y tan incitante, como la que se pró- 65
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