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Noches que no se olvidarán nunca Ese agosto de 1961 se caracterizó en Garabandal por unas "vigilias" que bien podemos calificar de insó– litas y reconfortantes. Solían ser muy movidas, pués las niñas, en éxtasis, iban de un punto a otro del pueblo o de sus alrededores. Y siempre lás acompañaba un grupo de personas que se asociaban a sus cantos y rezos. Como especialmente señalada podemos ver la que inauguró la fiesta de la Asunción de la Virgen, 15 de agosto, en este año de gracia de 1961. "A las 2,45 de la madrugada -relata el testigo pre– sencial P. Ramón Mª Andreu- empezaron las niñas una nueva marcha extática... Duró hasta las 5. Intervinie– ron en ella Conchita, Loli y Jacinta, pues a Mari Cruz no la había "llamado;' la Virgen, y se fue a dormir. "La marcha comenzó al salir las tres de la casa de Conchita, con grades muestras de alegría y pidiéndole a la Virgen que durase hasta las 7 de la mañana. De hecho duró casi dos horas y media. Y todo el tiempo en marcha, menos los breves ratos en que ellas se detenían a la puerta de la casa de Mari Cruz, para cantarle, o en la iglesia, para rezar. El ritmo de la marcha no era muy rápido, pero sí constante; y andaban casi siempre hacia adelante, rara vez hacia atrás. "La tónica general de todo el trance fue de ALE– GRIA. Con esta alegría rezaban rosario1- (y cantaban muchas de sus avemarías), o sonreían (a veces reían 62
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