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Y de pronto también el P. Luis queda absorto. como arrebatado de sí mismo, y se le oye decir, con vibración profunda y lenta en su voz: "MILAGRO, MILAGRO, MILAGRO, MILAGRO". No sólo los espectadores que había en los Pinos pudieron ver al P. Luis en "trance", también las niñas extáticas le pudieron contemplar. Y fue ésta la primera y única vez que una persona extraña a ellas entraba de lleno en su campo de visión. Conchita anotaría luego en su Diario: "El P. Luis Mª dijo eso de ¡MILAGRO, MILAGRO! y se quedó mirando hada arriba. Nosotras le veíamos, y en nuestros éxtasis nunca vemos a nadie, salvo a la Virgen; y al P. Luis le vimos, y nos dijo la Virgen que él la estaba viendo a Ella... y el Milagro". No se trata aquí de un milagro, sino del MI LA– GRO; de esa maravilla sin par que habrá de venir un día (según repetidos anuncios de las videntes) a coro– nar el despliegue salvífico y misericordioso de Dios sobre los altos lugares de Garabandal. El P. Luis Mª Andreu, en aquella noche del 8 de agosto de 1961, pudo contemplar anticipadamente, por singularísimo favor de la Virgen, lo que ni las mismas videntes ni ( 15) De este "nadie" parece que hay que exceptuar al célebre capuchino cttigmati;,ado P. Pío de Pictrelcina. FI murió en sep– tiembre de 1968, y según testimonio de mucho peso. antes de sü muerte. le fue concedido contemplar el anunciado Milagro de Gara– bandal. Véase lll nota J8 de la púgina 501. en el lihro "Se fue con prisas a la Montaña". 59

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