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Aquel día llegaron a la aldea varios automóviles y un "jeep", procedentes de Aguilar de Campoo (Palen– cia). En el grupo venía el P. Luis Mª Andreu. Andaba asímismo por el pueblo el conocido predicador y teó– logo dominico P. Antonio Royo Marín. .Hubo por la mañana misa en la iglesia parroquial, celebrada por el P. Luis, que demostró en ella un espe– cial fervor, según notaron todos los asistentes. Y poco después de mediodía empezaron los "trances" de las niñas ... El P. Luis seguía todo muy de cerca, obser– vando con la mayor atención y tomando nota de cual– quier pormenor: movimientos de las videntes, expresió~, gestos, palabras... La "sesión" más importante empezó poco después de las 9 de la tarde. Las cuatro niñas se reunieron en la iglesia para rezar~ allí cayeron en éxtasis ante el altar mayor. Trans– currrida una media hora, se levantaron y salieron en marcha extática. Se iban parando en los sitios del pue– blo donde habían tenido ya algún trance, y allí rezaban (la gente las seguía silenciosamente o las acompañaba en sus rezos, dominada por una gran emoción)... Y cuando parecía que todo iba a concluir ya en el recinto de la pequeña aldea, se lanzaron ellas hacia los Pinos, en una subida que todos los testigos han califi– cado de impresionante. Llegadas arriba, se arrodilla– ron, en coloquio con su visión ... Luego cantaron el himno a S. Miguel; tiraban besos en la dirección de su mirada ... 58
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