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rirme sólo a las experiencias personales, y mayores. de los dos hermanos: y nada mejor que ceder la palabra a uno de ellos. el P. Ramón: --"Como usted puede supone1:. yo no pensaba en absoluto. cuando esa mi primera subida a Garabandal. que estuvieran ocurriendo efectiYamente allí unos fenómenos dignos de seria atención ... Si me decidí a subir. a pesar de mis muchas ocupaciones. ful'.' sólo por no desairar la insistencia de ·ciertos amigos, y tam– bién porque yo tenía necesidad entonces de unos días de descanso. -Pero su hermano, el P. Luis Mª, ;,Ja creía en todo aquello? ¡ De ningún modo! Ni él ni yo teníanws '"prue– bas" de nada. y creo que ninguna persona inteligente acepta esa clase de fenómenos sin una buena base de pruebas o ra1oncs. -;,Cómo sucedió exactamente lo que Conchita reco~e en su Diario'? (13) Verú. l.\ la caída de la tarde nos cncontdbamos en los Pinos. !.olí y Jacinta estaban en éxtasis. :'\o había en torno un c:xccsiYo número de curiosos. por lo ( 13) 1.as palahras de· Cnnchita. que· SL' e'tlll'r\1 de· In \le'urridll al ,·llhn al puchlll. ,1111 é·stas (p.i¡:ina -U de· su Diari,, manuscritll): "En los días (JUe estuw )'O en Santander habfa en el pueblo dos padres jesuitas... Vinirron, romo muchos, sin rreer nada: y un día dl• (•stos, lmieron l.oli )' .Jacinta una aparición por el día en los Pinos: y estaban allí estos Padres. ~- Yirndolas a ellas en rxtasis. creyeron..." 51

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