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En el éxtasis del día 26 de julio. que fue señalado y al que Conchita concede notable atención en su Diario. ella preguntó a la Virgen, por encargo de su madre. "si la dejaba ir a Santander". Los de la Comisión lo tenían ya todo a punto, y en la operación intervino eficaz– mente un buen sacerdote, D. Luis González, que había sido antes cura de Garabandal y a la sazón estaba en una parroquia de la capital. la de Ntra. Sra. de Conso– lación: fue el mejor intermediario para convencer a Aniceta. la madre de Conchita. Parece que a esta buena pero difícil mujer le dijeron que con aquel viaje se trataba sólo de tener una amplia entrevista con el Sr. Obispo. para ver de aclarar de una vez aquel conjunto de cosas tan extrañas que estaban sucediendo en el pueblo,. y que a ella y a otros muchos les tenían ya tan preocupados. Pero en el plan de la Comisión no entraba sólo eso de que la niña estm·iera con el Obispo. Pronto lo experimentó ella. Conchita. quien lacónicamente lo desvela en su Diario: "Me que– rían llevar a Santander, porque decían que yo era la que obsesionaba a las otras... Me llevaban para hacer "pruebas" conmigo... " Fue en la mañana del 27 de julio cuando salieron del pueblo las dos viajeras. madre e hija. en compañía del mencionado sacerdote D. Luis González. A buena hora de la tarde estaban ya en Santander: y aquel mismo día. al atardecer. Conchita dió ya sin querer un espectáculo. cayendo en éxtasis casi en plena calle. ante las puertas de la dicha iglesia de la Consolación. (A la 48

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