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entregado para darlos a besar a la Virgen. sino también: porque·~ través de las niñas iban y venían misteriosas comunicaciones ... Se hacían preguntas. se recibían res;. puestas. Las preguntas. frecuentemente muy íntimas. no siempre pasaban por las videntes; a veces surgían hacia la Visión sin palabras, sin expresión algun'a externa, transmitidas por el pensamiento o el anhelo que sólo Dios conoce ... Pero si las preguntas a veces clamores del alma~ podían subir a su destino sin pasar por las niñas, las respuestas bajaban normalmente por ellas. Un par de anécdotas será la mejor ilustración. "Cier– ta señora pidió con mucho interés a la niña vidente, antes del éxtasis, que preguntara a la Virgen si su ma– rido creía de verdad en Dios. Después del éxtasis se le dió la respuesta: "En Dios, sí cree; en la Virgen, muy poco;· pero ya creerá". Todo se explica sabiendo (la niña no lo sabía) que dicho s~ñor era entonces pro– testante"... y después se hizo católico. "Otra vez era un señor que. de ~odillas, pedía con ansia. pero sólo mentalmente, la conversión de su \'erno. En un momento dado se le acercó una de las ·niñas, que estaba en trance, y le dijo al oído: "Sí". Algu– nos que estábamos muy próximos lo entendimos tam– bién perfectamente. Cuando yo pregunté después a la niña por qué había dicho aquello, ella me respondió: "La Virgen me dijo entonces: Aquí tienes a un hombre: dile que sí". Quise yo saber a qué se refería aquel sí, y ella me dijo: "No lo sé, la Virgen sólo me dijo en aquel 43

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