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Según innumerables testigos de aquellos fenóme– nos, el correr de las niñas hacia el lugar de la aparición, cuando sentían la tercera llamada, era sencillamente impresionante, y no había quien pudiera seguirlas. Con razón dice Conchita en este punto de su Diario que era la Virgen quien las llevaba; era natural entonces que siendo éllas "llevadas" por una fuerza misteriosa, no sintieran ni cansancio, ni fatiga, ni sudores, ni ahogos. Esta aparición del 4 de julio fue de mucha impor– tancia, por las comunicaciones de la celestial Apare– cida. -"·La Virgen, siempre sonriendo, nos dijo: "¿Sabéis lo que quería decir el letrero que traía el Angel? Nosotras exclamamos a la vez: "No, no lo sabe– mos". "Pues quería decir un MENSAJE. Y os lo voy a decir Yo, para que vosotras, el 18 de octubre, se lo digáis a la gente". Y nos lo dijo". Así, con escueto lenguaje infantil, da cuenta Con– chita del comienzo de una serie de explicaciones que la Virgen les fue dando, a partir de aquel día, sobre el sentido y alcance de un Mensaje que luego había de ser hecho público. A aquellas aldeanillas había que expli– carles hasta el significado de términos que a nosotros nos parecen de sobra- conoddos y entendidos. Y he de manifestar mi admiración ante la pedagogía divina que va actuando a través de las cosas de Garabandal, tal como explico en mi libro "Se fue con prisas a la Mon– taña", capítulo IV, página 70. Conchita atestigua, con una brevísima añadidura 33

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