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tos para que nosotras se los diéramos a besar (a la Virgen): y Ella lo besaba todo". Fue una feliz ocurrencia para entrar en mayor con– tacto con la Virgen aquéllos que no eran favorecidos, como las niñas, con su visión .. Y la Madre correspondía con entrañable delicadeza. El P. Ramón Mª Andreu, S.J., que fue un testigo privilegiado de lo que ocurría en Garabandal en aquel verano de 1961, dice en su Informe: "Las piedras han sido cosa muy frecuente en las visiones de las niñas. Se trata de piedras pequeñas, como del tamaño de un caramelo; las recogen del suelo en estado de trance, o las llevan ya preparadas de ante– mano: se las dan a besar a la Virgen, y luego las entre– gara a distintas personas, como recuerdo, o como señal de perdón..." Esto del beso de piedrecitas ocurrió sobre todo en las primeras semanas; después ya no había más que obje– tos religiosos para dar a besar a la Visión: crucifijos, rosa– rios, medallas, e~capularios... Escribió también el citado .P. Andreu: "Lo corriente es ver a las niñas con rosarios, medallas y crucifijos colgados al cuello: son los que el público les da para que la Virgen los bese". Fue un hecho repetidamente comprobado mientras duraron aquellos "fenómenos", que las niñas, a pesar de la multitud de objetos que pasaban por sus manos y que éllas daban- a besar sin ningún orden preestablecido, 31

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