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gros que les acechan en tales creencias y peregrinacio– nes... , sin que, por otra parte, se les vea con igual celo para proteger a esos mismos fieles de errores ciertos y desviaciones evidentes que afectan a la misma FE, a la correcta celebración de la Liturgia, y a las exigencias del vivir "en cristiano" .... El resultado de todo esto es algo que considero extremadamente peligroso: poner a miles de cristianos, de los mejores, en una dolorosa situación de perpleji– dad, cuando no de duda y desconfianza, ftente a sus pastores jerárquicos, con merma de la credibilidad y santo prestigio que éstos deben tener. Pienso que hay muy serios motivos para que las autoridades diocesanas empiecen a entender con nueva y mayor anchura la tan cacareada "libertad y adultez del pueblo cristiano". Esos peregrinos de los lugares de apariciones, mira– dos con tanto recelo por sus jerarcas, tan maltratados frecuentemente por clérigos que acaparan el hablar y escribir como portavoces de la Iglesia, tienen experien– cias muy personales que parecen desmentir lo que desde fuera se les quiere imponer. Tienen experiencia de no pocas gracias espirituales, en ellos mismos y en otras personas conocidas: conver– siones, aumento de fervor, cambio de vida, entrega apostólica... ; y también, más de una vez, experiencia de otros favores, menos importantes en sí pero vitalmente muy valorados: curación de enfermedades, solución de problemas, salida de situaciones penosas, etc... 262