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Pero más que de descubrir culpables es hora de aplicarse a la tarea. Supongo que a las muchas pala– bras del Congreso seguirán ahora las muchas obras de los congregados, y de los no congregados. Y espero que no se nos dé, una vez más, gato por liebre. Si durante dos décadas se nos ha querido hacer tragar como "con– ciliares" bastantes cosas que no eran del Concilio, no vaya a ocurrir ahora que se nos dé como "evangeliza– ción" algo, o mucho, que no pase de ser una discutible y parcial, o tendenciosa, "mentalización". EVANGELIO no hay más que uno, pero puede tergiversarse en diversos evangelios... La cosa ya es vieja. Recordemos a san Pablo teniendo que escribir a sus convertidos de Galacia: "Me maravillo de que tan pronto os hayáis pasado a otro evangelio (no acorde con el que él les había predicado); no es que haya otro, pero sí hay algunos que os perturban y quieren defor– mar el Evangelio de Cristo... Pues bien, os repito una vez más: si alguien viene anunciando un evangelio dis– tinto del que ya tenéis anunciado, caiga sobre él la maldición divina" (Gal 1, 6-9). Precisemos bien los conceptos, que ya .estamos sobresaturados de ambigüedades. "Evangelizar" es proclamar la "Buena Nueva" de la Salvación que Dos nos ofrece en Cristo Jesús.. Es dar a conocer sus DICHOS y sus HECHOS. Los que gustan y los que no gustan. Los que "liberan" y los que "vinculan"... La finalidad de toda evangelización, como de todo apostolado, es: 252

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