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sencia oe1 ~enor entre nosotros... y es precisamente lo que empezaba a suceder, lo que sigue sucediendo. ¿Por qué lo tercero? Porque de hecho tales tiempos pueden estar ya a las puertas; porque no podemos per– der de vista lo que repetimos en nuestro Credo: « Y de nuevo vendrá con gloria... »,· porque sin un vivo sentido de expectación, como ya observó Papini, la religión no puede mantenerse viva en el corazón de .los hombres. Sí, no podemos perder de vista el gran desenlace. «Los escritos bíblicos giran en torno a un drama teológico que se va desarrollando en toda la Historia y que refleja el designio salvífico de Dios, que busca constantemente al hombre, para rehabilitarlo... Y desde los primeros capítulos del Génesis, hasta los últi– mos del Apocalí psis, se percibe una lucha sorda entre las fuerzas que se disputan el corazón del hombre. Este, ejercitando mal su libre albedrío, elige vivir sepa– rado de Dios, para afirmar así su autonomía... y, por otra parte, un Poder siniestro parece dominar la huma– nidad, buscando apartarla de su órbita natural: el Dios de la Creación, que dirige el Cosmos y la Historia». (M. García Cordero, «Problemática de la Biblia», página 3, BAC, Madrid). La escatología es lo que se refiere al final desenlace de ese gran drama que es la marcha de nuestra Salva– ción. Y es cosa de preguntarse si Garabandal no tiene 247
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