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Un segundo tiempo, de paréntesis, de interrupción, de puntos suspensivos; tiempo de criba y purificación de adhesiones. Es el que estamos viviendo ahora, con sus desconciertos, con sus esperanzas, con sus abando– nos... Un tercer tiempo, que estamos esperando: el de que se haga por fin la luz sobre muchas cosas y empiece la realización de profecías con alcance universal: el Aviso, el Milagro, el Castigo. * * * Me parece fuera de dudas que lo que de verdad ha habido en Garabandal, lo que nosotros debemos ver a través de la maraña de tantísimos detalles, es una muy cuidada intervención del cielo, para ayudarnos en estas horas tan difíciles de la Iglesia y del mundo. Con tal finalidad, el cielo ha puesto delante de nos- otros: A) Una nueva «epifanía mariana». B) Una llamada de atención hacia la Eucaristía. C) Un anuncio de cercanos «tiempos escatológi– cos». ¿Por qué lo primero'? Porque bien puede ser que María sea nuestra última tabla de salvación... En Gara– bandal, Ella se nos ha manifestado -se nos ha dado-, sobre todo, como «Madre nuestra». ¿Por qué lo segundo? Porque lo que menos puede dejarse oscurecer en la Iglesia, es la realidad de la pre- 246
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