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ciado por Loli y Jacinta. No me fue posible en aquellas circunstancias comprobar personalmente la autentici– dad de tales anuncios... Pero sé que al entrar el mes de enero del presente año, viendo que la esperanza del milagro anunciado por las dos niñas no cristalizaba en realidad, las ilusiones de muchas personas se vinieron abajo. Tant9 los familiares como la mayor parte del pueblo se sintieron entonces defraudados y humilla– dos ... ; y aquellas gentes trocaron la admiración. que antes sentían po~ las niñas en una actitud de•repuisa y desconfianza, convirtiéndolas en objeto continuo de sus murmuraciones. Tal actitud. iba dirigida principal– mente contra Conchita, a quien siempre se ha conside– rado como la más responsable, o culpable, de todo aquello... " Nos encontramos ante uno de los episodios más difíciles y, hasta el presente, menos esclarecidos, de Garabandal. Yo no lo he rehuido; y he tratado de hacer alguna luz sobre él (con los pocos datos que tenía a mano) en el libro "Se fue con prisas a la Montaña", cap. X de la 2ª Parte, páginas 468-471. Y llegó así la crisis de enero de 1963. Lo que puede definirse como "primer final" de Garabandal. Escribió Conchita en su Diario, pág. 60: "A nos– otras cuatro, Loli, Jacinta, Mari Cruz y yo, ya al prin– cipio de todo, nos había dicho la Virgen que nos íbamos a contradecir unas con otras, que nuestros padres no andarían bien, y que hasta llegaríamos a negar. el que hubiéramos visto a la Virgen y al Angel. A 210
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