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preguntarle muchas cosas. Este día lo pudieron hacer: el Angel estaba en plan de hablar y escuchar sin restriccio– nes. -"Este día él nos habló de muchas cosas... " La mayor parte de ellas continuarán seguramente en el misterio, pues sólo interesaban a .sus cuatro peque– ñas interlocutoras. La pregunta más interesante de éstas, al menos para nosotros, fue la que le hicieron sobre el significado del misterioso "letrero" que había traído bajo sus plantas en los últimos encuentros. -"Ya os lo explicará todo la Virgen", contestó él. Y se despidió de ellas, diciéndoles: -"Volveré mañana, con la Virgen". -"¡Ay, qué pena que te vayas!". El volvió, y sólo entonces quedó bien aclarado de qué angel se trataba. Nada menos que del arcángel S. Miguel, el primero de todos los Espíritus bienaventura– dos, el Príncipe de la mifü:ia celestial, el Angel de los supremos y definitivos combates... En sus apariciones de la Calleja se había presentado con aspecto infantil (seguramente para reflejar de algún modo la frescura e "inocencia" de su ser), pero dando al mismo tiempo una fuerte impresión de supe– rioridad y potencia. 19

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