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encanto; pero aún más de penitencia ... Era inevitable que alguna vez asomase el cansancio. ,El tantas veces mencionado D. L.uis Navas Carrillo escuchó cierto día a la misma Conchita, en éxtasis: ''¿Por qué no me has dejado cenar? Antes me quitabas de dormir; ahora, también de comer. En el Cielo, claro, no s'e necesita comer, ¡con ver a Dios!... Pero yo, como no veo a Dios, necesito comer". Era un desahogo de hija dema– siado espontánea con una Madre cual ninguna. Podemos imaginarnos lo que estaría pasando ya por tantas otras personas, del pueblo y de fuera, que no tenían. la misma "suerte" que las videntes en aquellas reiteradas y )¡irgas velas nocturnas.... Se mantenían con la esperanza de un próximo y admirable final de MILAGRO. Con el Milagro a la vista, bien se podía ügt1antür e ir pensando en el desenlace .. Porque a nadie se le ocurría que todo aquello pudiera seguir indefinida– mente . . El tema.del Milagro esalgo qi1e llena el ambienté de Garabandal en las últimas semánas del año. Y se van añadiendo cosas a propósito de él. Por ejemplo: "Poco antes del Milagro muchas personas habrán dejado de creer en Garabandal, y esto no se deberá a que tarde mucho en venir... "El día en que se produzca el Milagro desaparccerú el papel que ella, Conchita, dejó firmado en Santander, cuando la llevaron am, para ciertas "pruebas" extra- 207
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