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Hacia las tres de. la madrugada, empezó a arreciar el viento, como anticipo de aguacero; entonces Julia, la madre, mandó a la niña que fuese a recoger la ropa que habían dejado tendida fuera. Loli se levantó y se dis– puso a obedecer, aunque se veía que le costaba no poco... Ya iba hacia la puerta con la linterna en la mano, cuando cayó de rodillas, en éxtasis, santiguán– dose repetidas veces con la cruz; se incorporó pronto, y salió. No mucho después la vieron regresar, todavía en éxtasis, con toda la ropa tendida entre sus brazos. ¿Qué había pasado? Lo explicó la niña: le costaba mucho obedecer en aquello de la ropa a su madre, porque le daba miedo salir sola de casa en tal noche, a tales horas... ; pero la Virgen, que veía su buena volun– tad y su miedo, había venido para "ir con ella" y acom– pañarla maternalmente en todo momento. * * * Por estos días de noviembre, unos franceses llega– dos por primera vez a Garabandal pudieron contem– plar unos éxtasis de las niñas, que les dejaron firmerp.ente "cautivados" a su favor. El de más peso en aquel grupo de extranjeros era el sacerdote P. Mateme Laffineur, experimentado en esta clase de fenómenos. Dejaron constancia de lo que entonces vieron y sintie– ron en las páginas del importante libro "L'Etoile dans la Montagne", nº 12. Volvieron, naturalmente; y a ellos se debe en gran parte la difusión de las cosas de Ga'rabandal en el 204

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