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antes. Pero que el Milagro venía de seguro, porque lo había dicho la Virgen, y la Virgen no puede mentir". * * * Lo que más flotaba en el ambiente de Garabandal en este otoño de 1962 era el anhelo, casi "necesidad", de un pronto milagro. Pero c.1 Ciclo no seguía interviniendo allí sólo para mantener expectaciones, por muy justificadas que fue– ran. Se trataba sobre todo de ayudarnos a vivir en prc)fundidad todo lo de nuestra fe cristiana. Y en noviembre no podía faltar la atención a quie– nes "nos han precedido con el signo de .la fe y duermen el sueño.de la. paz". Las niñas, en sus éxtasis, eran frecuentemente lleva– das al cementerio, para que se entregaran allí, junto con sus acompañantes, a la oración por los difuntos. Tenemos de esto un "botón de muestra" precioso, en carta de Maximina (6 noviembre) a.los Sres. Ortiz, de Santander: "Referente a las apariciones, puedo decirles que siguen igual. Ahora es muchos días el rosario cantado por las calles del pueblo. Conchita va mucho al cemen– terio; y el otro día fue también con ella Mª Dolores. Andaban, como .digo, por las calles del pueblo, can– tando el Rosario (ahora nos mandan que cantemos todos) y nos llevaron así al cementerio. Allí dejaron de cantar, y se pusieron a rezar con muchísima devoción; 202

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