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río de San Sebastián (Guipúzcoa), consignaba en un informe redactado dos meses más tarde: "La Nota del Obispado de Santander, del 7 de octubre, ha sumido en una extraña confusión a muchos testigos oculares. de los fenómenos, que habían llegado a la conclusión de que los tales sólo podían tener por causa ama interven– ción sobrenatural... " Tengamos eh cuenta que en España, por aquellas fechas, el hablar de un obispo era prácticamente corno si sonara una voz infalible; cualquier obispo era para la gran mayoría una encarnación de toda la Iglesia, la misma Iglesia ... ; cosa bastante desmesurada, desde luego. Garabandal quedaba pues en situación de sospe– chosa cuarentena. Pero ¿qué importaba. aquello? En Roma, con expectación y representantes del mundo entero, se encendían ya todos los focos: la representa– ción del Acontecimiento Católico del siglo iba a empe– zar. .. * * * Vale la pena recordar lo que ocurrió allá arriba, en la aldea de los. montes cántabros, la misma noche del día en que el Obispo diocesano firmaba la dura nota. Hubo como una "velada del Rosario" en casa de Loli, con ambiente de intimidad; y Dª María Herrero de Gallardo, ya conocida nuestra, le preguntó de pronto a la niña: 195

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