BCCCAP00000000000000000000937

prisa pude recoger los últimos segundos del• milagro... "La felicidad que yo sentí en aquellos momentos no la cambiaría ciertamente ni por mil millones de pese– tas, ni por nada del mundo. Era una alegría tan intensa, tan honda, que ni la puedo explicar, ni podría compartirla con nadie. ¡ Algo totalmente fuera de .serie! A'lgo por lo que daría mi vida; y que no me dejó luego, ni segujr €1 éxtasis de la niña, ni irme con mi mujer, ni con nadie. Sólo pude refugiarme en un rincón, y llorar a solas en silencio. · Dr. Caux- j Me encanta oírle es.to! De veras. Pero me quedan dos cosas que me gustaría mucho saber: porqué era tan grande su alegría, y si usted se encon– traba entonces en estado de gracia. Perdone. mi atrevi- miento. · Sr. Damiáns Le contesto muy gustoso. Yo esta.– ha en grada de. Dios; y mi enorme emoción me la produjo, no el milagro en sí mismo, no el ver a la niña cori una cosa blanca en la lengua, sino... Le voy a decir algo grande: lo que yo viví, de lo que tuve una fortí– sima impresión, fue la reálidad de encontrarme, de ver– dad, EN PRESENCIA DEL DIOS VIVO Y VERDADERO... "Por eso, "aqueÍlo" no podría camb.iarlo yo por nada del mundo. Por eso, si Dios quiere que vea el Milagro que se anuncia, pues muy bien, me encantaría; pero si no es así, ¿qué quiere que le diga?, veo difícil que ya nada en el mundo pueda causarme una impre- 179

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz