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o expresión, apareció en su lengua la Sagrada Forma. "¡ Es imposible explicar la impresión que sentí en aquel momento! Y que aún siento hoy aírecordarlo... Es algo que encoge el corazón en el pecho, llenándolo de ternura, y humedece los ojos con una necesidad casi incontenible de llorar... "Yo no me enteré del tiempo transcurrido. Recuerdo sólo, como en un sueño, las voces que recla– maban a gritos que me agachase, y también haber sen– tido un fuerte golpe sobre mi cabeza ... " ¡,Y qué le pasó al Dr. Caux'? El día de la Asunción del año siguiente, 15 de agosto de 1963, ambos señores se encontraron en Garabandal, y tuvieron un diálogo que luego fue puesto cuidadosamente por e.scrito (véase mi libro tan– tas veces citado, págs. 402-403). He aquí sus momentos más interesantes: Sr. Damiant. Lo que entonces yo sentí por dentro, eso no lo podré nunca escribir. · · Dr. Caux ¡,Estuvo usted mirnndo todo el tiempo'? Sr. Damiáns- Lo que entonces yo sentí por dentro, ya no miré más que a ella, y puedo jurar que ni por un momento separé la vista de su lengua. Y yo vi cómo, con rapidez mayor de lo que alcanza la vista humana, "se hizo" la hostia en aquella lengua... ¡ Me quedé mudo, absorto! Cuando quise darme cuenta (no sé si en realidad me la di), saqué la máquina de filmar y de 178