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Miguel González, el del serio agricultor de Pesués Ben– jamín Gómez: "Cuando Conchita abrió la boca para co.mulgar, en su lengua -bi.en examinada con una potente linterna- no había nada de nada; y de pronto apareció allí una blanquísima forma.".. '. Ht1bieran man– tenido esto, de la forma más categórica y bajo los más sagrados juramentos, ante un tribunal eclesiástico: pero ni tal tribunal se constituyó nunca, ni a ellos se les llamó jamás a declarar. Hubo dos hombres, venidos de lejos, que tuvieron aquella noche, y ante el hechó de la forma aparecida sobre la lengua de Conchita, unas "experiencias" que estarán siempre por encima de todas sus otras expe– riencias: el señor de Barcelona, D. Alejandro Damiáns. y el médico -famoso- de París. Dr. Caux. Del largo testimonio del Sr. Damians quiero reco- ger sólo unos puntos: · "Debo advertir que poco antes de la media noche. las .nub~s que antes cubrían el cielo, se fueron .disi– pando, y multitud de estrellas, muy luminosas en aque– llas alturas, empezaron a brillar alrededor de la luna. A su lúz y a·ta de infinidad de linternas que alumbraban la calle, podía verse claramente a Conchita c.on la b.oca abierta Y.la lengua fuera. en la clásica actÍtud de comul– gar. ¡Estaba más bon.ita qlle nunca! Su expresión. sus gesto~, lejos de provocar risas o tener algo de .ridiculez, eran de .un misticismo impresionante y cónmowdor: "De pronto, sin que yo pueda decir cómo. sin que Conchita hubiese variado en lo más mínimo su actitud 177

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