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gro" un grupo de personas, entre las que se encontraba nuestro conocido abogado de .Palencia D. Luis Navas. De allí bajó de espaldas hacia el pueblo... ; y fue dos veces hasta la puerta de la iglesia, rezó el rosario por las calles, visitó el cementerio... , y finalmente cantó la Salve, no sin antes haber dado a besar a La Visión los muchos objetos que para eso se le habían entregado. Al regresar a su casa, ya en estado normal, la señora del Dr. Ortiz le dijo: "¡ Qué contenta estarás, Conchita! Por fin, llegó el milagro". -Sí, pero me ha dicho la Virgen que muchos, a pesar de verlo, no creerán". La Comisión del Obispado santanderino (ninguno de cuyos miembros se dignó subir a Garabandal para la más directa observación y comprobación de lo que pudiera ocurrir) se instaló en seguida en el supuesto de que no había habido nada de nada, atribuyendo a sugestión, alucinación o histeria colectiva lo que algu– nos decían haber visto... Pero luego, ante pruebas demasiado contundentes, como las placas fotográficas que se habían impresionado, se acogió a la hipótesis de un indigno "fraude": "Conchita, ayudada por alguien, había montado todo aquello con gran habilidad, y ella misma se había preparado lo que luego mostró en su lengua..." (Véase "Se fue con prisas a la Montaña", I.c., págs. 394-396). Pero los testimonios de quienes habían estad,o más cerca de la niña en el momento decisivo, resultan apa– bullantes; así, el del albañil Pepe Díez, el del joven 176
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