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rabies personas, cspeeialmente de quienes habían subido por primera vez a Garabandal";' Al empezar a extenderse las sombras de la noche, bastantes de los que esperaban empezaron a abando– nar el pueblo... Dentro y fuera de la casa de Conchita era donde se montaba sobre todo la guardia en espera del anun– ciado milagro... La niña se mostraba confiada y segura; pero en torno de ella el ambiente terminó car– gándose también de desasosiego, y hasta crispación. Por fin, ya bien avanzada la noche. "Se me aoare– ció el Angel -Diario de Conchita- ... Y estuvouri poco conmigo, y me dijo igual que otros días: "Reza el "Yo pecador" y piensa a quién vas a recibir... Yo así lo hice. Y después me dio la comunión; y me dijo que rezara el "Alma de Cristo", y que diera gracias, y que estuviese con la lengua fuera con la sagrada forma, hasta que él se fuera y la Virgen viniera... Y yo así lo hice". La niña tuvo la impresión de que todo se había desarrollado en una habitación de su casa, y sin moverse ella. Pero quienes pudieron ver la cosa desde fuera ... -"La vi bajar por la escalera- atestigua la señora del Dr. Ortiz- con las manos juntas ante el pecho, la cabeza echada hacia atrás, la boca un poco entrea– bierta, y una expresión de felicidad ¡sencillamente maravillosa!". 174
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