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domingo-·, quet muchos de diversas partes aprovecha– ron para subir a Garabandal. Entre ellos se encontraba el abogado D. Luis Navas Carrillo, residente en Palencia. Quien desee saborear una vez más, con pormenores, las maravillas que el Cielo prodigaba en el apartado pueblecito, puede ver el relato del Sr. Navas en mi libro "Se fue con prisas a la Montaña", 2ª parte, cap. V., páginas 371-377. Merecen ser puestos de relieve dos "pormenores" muy significativos: uno, el de la especialísima atención que en Garabandal se dedicaba a los ministrns de Dios (adelantándose a la peor crisis del clero que ha cono– cido la Iglesia en su larga historia) y otro, la misericor– dia obrada singularmente a favor de una joven uruguaya, Concepción Zorrilla, que formaba entonces parte de la compañía titular del célebre teatro parisiense "Folies Bergere"... La comunicación de que iba a haber pronto un milagro se fue haciendo gradualmente. Primero. Con– chita se lo dijo a sus tres compañeras de apariciones, y luego, _de acuerdo con ellas, a nuestro conocido sacer– dote asturiano D. José Ramón García de la Riva: esta última comunicación ocurrió en los Pinos la tarde del 2 de julio. Pero el cura asturiano se maí'chó sin saber la fecha en que el milagro iba a ocurrir, pues a Conchita no se le había autorizado revelar en seguida tal fecha. Hubo de esperar unos cuantos días... Cuando ya pudo desvelar el secreto. "yo se lo dije al pueblo escribe e-n su 170
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